El faro, un Prometeo marino
AUGUSTO MONTERO RAZO. Lengua y Literatura Hispánicas. FES Acatlán
¿Qué es lo que más llama la atención de un faro? Quizá su altura, imponente; el hecho de estar en la orilla del mar, siendo azotado constantemente por las violentas olas del océano; o tal vez la incandescente luz que lo corona y alumbra todo a su alrededor, para guiar a las embarcaciones que navegan por la oscura noche. Y es que dar luz es la finalidad de un faro ¿pero acaso esa luz esconde en su brillo un fin que va más allá de llevar a los barcos a un puerto seguro?
La película de El faro (2019), de Robert Eggers, relata la historia de dos guardianes de un faro en una isla de Nueva Inglaterra a finales del siglo XIX. El viejo Thomas Wake es el encargado del lugar y Ephraim Winslow, su ayudante de mantenimiento. Desde su llegada, el joven ayudante es obligado a realizar un sinfín de trabajos pesados, dictados por Thomas; éste lo humilla y explota durante toda la película, lo que termina por mellar al Ephraim.
Sin embargo, lo que realmente perturba al joven es el misterio que rodea a la luz del faro. Todas las noches, el anciano sube a la cima del faro para estar en contacto directo con su luz; Ephraim intenta más de una vez averiguar por qué la luz atrae tanto a su superior, pero éste siempre le niega la entrada. Es a partir de eso que podemos encontrar un paralelismo entre el mito de Proteo y Prometeo y los guardianes del faro.
En la mitología griega, el dios Proteo resguardaba el fuego (conocimiento) del Olimpo; Prometeo, por otro lado, era un titán que, por su amor a los humanos, robó el fuego para dárselos, ya que Zeus quería destruir a la humanidad y crear seres mejores para poblar la tierra; sin embargo, una vez que los hombres tuvieron el conocimiento divino, el dios ya no pudo cumplir con su cometido. En consecuencia, Zeus, condenó a Prometeo a un cruel castigo: estaría eternamente encadenado a una roca y, cada día, un buitre devoraría su hígado; mientras que, por las noches, éste se regeneraría para que la tortura se repitiera una y otra vez.
Thomas, como una alegoría de Proteo, resguarda el fuego del conocimiento (la luz del faro) de la imprudente y desesperada juventud de Ephraim, quien, aunque no lo comprende, se cree merecedor de este poder por su duro trabajo al servicio del faro.
La película muestra una relación de poder en la que se recrea el mito prometeico. Como dije antes, el joven imprudente desea adquirir un conocimiento que no merece y, para conseguirlo, hará lo que sea necesario, incluso matar. Al final, igual que Prometeo en el mito, Ephraim será castigado por su crimen, pues no sólo será cegado por la luz, sino que, además, las gaviotas devorarán sus entrañas.
Si bien esta no es la única interpretación que se puede hacer de esta gran película, ciertamente es una muy acorde a todos los juegos simbólicos que se manejan dentro de ésta; además, en alusión a otro conocido mito, nos ofrece un mensaje muy importante respecto a querer volar -o en este caso subir hasta la punta del faro- muy cerca del sol, pues la luz del conocimiento nos puede terminar destruyendo tal y como le pasó a Prometeo.
Referencia:
Teixera, R.; et al. (productores) y Eggers, R. (director). (2019). The Lighthouse [cinta cinematográfica]. E. U.-Canadá: A24, Regency Enterprises, RT Features.
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