Lobos y licántropos de todos los tiempos

Rita L. García Cerezo

Cossiers, J. (ca. 1637) Júpiter y Licaón. Madrid: Museo del Prado

El lobo es parte de la cultura popular, forma parte del banco de monstruos que, desde que somos pequeños, invaden nuestras pesadillas; es parte del imaginario popular, pero esto ha ocurrido desde hace mucho, porque, si echamos un vistazo al pasado, encontraremos que es un personaje recurrente en la mitología universal.

En este texto, haremos precisamente eso, revisar grosso modo, la presencia de los lobos y los licántropos en diferentes culturas, así como las connotaciones que tenía y cómo éstas trascienden en la concepción que ahora tenemos de él.

Grecia y el primer licántropo

En Grecia, encontramos la historia de Licaón, uno de los primeros reyes de Arcadia, famoso por su gran crueldad; corría el rumor de que incluso hacía sacrificios humanos y cualquier extranjero que llegara a su casa se convertía irremediablemente en su víctima. En ese entonces, los dioses ya estaban cansados de las atrocidades cometidas por el hombre, era la Edad de Bronce y ya habían desaparecido dos generaciones previamente que habían incurrido en faltas mucho menores.

Zeus, sabiendo lo que sucedía, bajó a la Tierra a confirmar qué tan lejos podrían llegar los humanos. A pesar de su disfraz, hubo quienes supieron distinguir su aire divino; entonces advirtieron a Licaón que el forastero que había llegado pidiendo hospedaje podía ser un dios; sin embargo, esto sólo infló su soberbio y decidió probar que él era mejor que los mismos dioses. Después de fingir que acogía a Zeus como huesped, ordenó a sus criados que cocinaran a uno de sus prisioneros para servirlo en la cena; además, ya tenía planeado matar a Zeus, “el forastero”, mientras dormía. Obviamente, Zeus sabía todo lo que Licaón pensaba, pero quiso ver hasta dónde era capaz de llegar.

Esperó a que le sirvieran el horrendo platillo para  revelar su naturaleza divina; en cuanto lo hizo, todos los presentes pidieron clemencia, pero eso no evitó que Zeus destruyera el palacio. Licaón salió huyendo, trató de alejarse lo más posible y corrió sin parar, pero, mientras lo hacía, se transformó en un lobo. Así, el rey se convirtió en el primer licántropo de la historia. Posteriormente, los dioses decidieron que ya era demasiado y provocaron un diluvio que inundó toda la tierra y mató a todos; sólo sobrevivieron Deucalión y Pirra, de quienes surgió la última raza: la de hierro. Esto nos lo cuentan autores como Hesíodo (Los Trabajos y los Días), Apolodoro (Bibliotheca), Ovidio (Metamorfosis) e Higinio (Fábulas).

Geri y Freki, acompañan a Odín.

Fenrir.

Los lobos y el fin de los tiempos

También en la mitología nórdica el lobo está conectado con el fin de los tiempos, personificado en Fenrir, lobo hijo de Loki que, según la profecía, mataría al dios Odín. Al principio, Fenrir era un cachorro normal, pero, conforme pasó el tiempo, creció de manera desmedida; esto provocó el temor de los Aesir (dioses del panteón nórdico) y decidieron retenerlo en Asgard y atarlo; lo intentaron dos veces, primero con la cadena Leding y luego con la Droma; sin embargo, Fenrir rompió con facilidad sus ataduras. La tercera vez, encargaron a los enanos fabricar la cadena Gleipnir, la cual forjaron al mezclar seis ingredientes mágicos: una pisada de gato, una barba de mujer, el aliento de un pez, las raíces de una montaña, los nervios de un oso y la saliva de un pájaro; por lo que, aunque era sedosa como un listón, funcionó.

Fenrir se dio cuenta de que la cadena era mágica y se negó a colocársela, pero los Aesir le prometieron que lo liberarían si no lograba romperla; aún desconfiado, Fenrir puso como condición que alguno de los dioses pusiera una mano en su hocico, como garantía de que cumplirían su palabra. Tyr, se ofreció a hacerlo y Fenrir fue atado, pero, al darse cuenta de que no lo liberarían, arrancó la mano a Tyr de un mordisco. Sin embargo, según la leyenda, Fenrir logrará liberarse en el Ragnarök, la batalla del fin del mundo, en la cual se enfrentarán Odín y los Aesir contra Sut y los gigantes de fuego, así como Loki y los jotun.

Otros dos lobos, Geri y Freki, acompañaban a Odín, sus nombres significan “voraz”, “avaricioso” o “codicioso”. Se dice que cuando el dios bebía cierta clase de vino, les daba de comer todo lo que hubiera sobre la mesa. Otro lobo era Hati (“odio”), conocido como el perro de la Luna, que perseguía a la luna, Máni, todas las noches y, según la profecía, cuando llegue el Ragnarök la alcanzará por fin y la desgarrará con sus garras. Sköll (“traición”), por otra parte, era un lobo que perseguía todos los días a los caballos Arvak y Alsvid, que tiraban el carro de la diosa Sól. Tanto Hati como Sköll son hijos de Fenrir.Podemos encontrar estos mitos en la Edda poetica, Edda mayor o Edda de Saedmund parte del Codex Regius y en la Edda prosaica, Edda menor o Edda de Snorri, escrita por el historiador islandés Snorri Sturluson (ca. 1200).

La Luperca romana

Para los romanos en cambio, la figura del lobo marca el comienzo de una era, la de su hegemonía. De acuerdo con la leyenda, consignada en Ab urbe condita por Tito Livio, el rey Amulio, quien había derrocado del trono a su propio hermano, Numitor, trató de deshacerse de sus sobrino-nietos, Rómulo y Remo, gemelos nacidos de Rea Silvia y engendrados por el mismo Marte. Amulio ordenó que los bebés fueran arrojados al río Tíber para que murieran ahogados, pero la canasta en donde se encontraban queda atorada en la orilla y los niños son encontrados por una loba (Luperca), animal consagrado a Marte, que los amamanta y los mantiene con vida hasta que son recogidos por un pastor, quien los crió como sus hijos.

Lobos y licántropos prehispánicos

Entre las culturas prehispánicas, también se destaca la figura del lobo, que representaba al dios Huitzilopochtli, y había una orden de guerreros conocida como  los caballeros pardos, conformada por gente de clase baja y cuyo animal distintivo al parecer era el lobo, llamado  “Cuitlachtli” en el Códice Florentino:

Cuitlachtli o Cuetlachtli, éste es lanudo, de pelo enredado, gruñón lanoso, obscuro, cola tupida. Cuando es viejo, su cola es enmarañada, por todas partes su pelaje es enmarañado. Es de orejas pequeñas, redondas, redonda, ancha es su cara, como rostro humano, con hocico grueso y corto. Jadea mucho; es un gran silbador. Cuando silba se aterroriza uno. Es como si un arcoíris saliera de su boca. Muy listo es –un gran cazador de sorpresa, un espía que se agazapa. El caza; apresa, silba.” 

Sahagún, B. Historia general de las cosas de la Nueva España, cit. por Blanco, A. et al., 2007

En Historia de las Indias de Nueva España e islas de la tierra firme, Fray Diego Durán cuenta que Chantico fue la primera en hacer una ofrenda sin haber ayunado, por lo que el dios Tonacatecutili la castigó transformándola en lobo. Una vez más, la falta de respeto a los dioses es castigada con la transformación de los humanos en lobos, cual si fueran un antecedente de los licántropos modernos.

Los lobos y los licántropos en la literatura

En la literatura, el lobo aparece como símbolo de voracidad y peligro, así, en Caperucita roja devora a la niña y a su abuela. Pero también se destacan otras cualidades, así, en El lobo estepario, de Herman Hesse, el título alude al carácter huraño de su protagonista. 

Pero donde más claramente se manifiesta la voracidad, violencia y fuerza de los lobos es en la figura de los licántropos; estos abundan en la literatura universal, en obras como Olalla, de Robert Louis Stevenson;  como La marca de la bestia, de Rudyard Kipling; La loba, de Saki; El ciclo del hombre lobo, de Stephen King; El don del lobo, de Anne Rice; La saga Vanir, de Lena Valenti; La saga de Temblor, de Maggie Stiefvater, o El último hombre lobo, Glen Duncan.

Por el contrario, en la saga Canción de hielo y fuego, de George R. R. Martin, la familia Stark cuyo símbolo es el lobo, retoma sus cualidades positivas, pues deja patente, a lo largo de la historia, su fuerza, su lealtad, su perseverancia, su resistencia. Martin, el autor, se declara admirador de esta especie, tanto que contribuyó para beneficio de un santuario del lobo en Nuevo México, Estados Unidos; asimismo, los nativos americanos destacaban las cualidades de este animal y solían utilizar su nombre para sus mejores cazadores y guerreros, y evitaban matarlos, pues creían que, de hacerlo, su manada cobraría venganza.

Silver Bullet, 1985 dirigida por Dan Attias. 

La luna en el cine

Pero los lobos y licántropos trascendieron las palabras y la tinta, para ser inmortalizados en la pantalla, tanto del cine como de la televisión; tenemos innumerables ejemplos de ello, pero me gustaría aquí destacar mis versiones favoritas, porque le dan una vuelta de tuerca a la historia, porque tienen ese algo que las han hecho memorables para mí en diferentes etapas de mi vida.

En primer lugar Silver Bullet (Balas de plata), basada en una novela de Stephen King (Attias, 1985), cuyo protagonista es un adolescente parapléjico que debe descubre que hay un hombre lobo en su pueblo y, ante la incredulidad de quienes lo rodean, debe enfrentarlo tan sólo con la ayuda de sus hermanos, ver a este chico hacer esto realmente te hace creer que todo era posible, antes de los quince minutos de proyección olvidas sus limitaciones. Silver Bullet es una historia de iniciación maravillosa e inspiradora que vale la pena ver.

Otro clásico es An American Werewolf in London (Un hombre lobo americano en Londres), película de John Landis (1981) en la que dos jóvenes, David y Jack, viajan a Europa y, en la campiña inglesa, son atacados por una bestia que mata a Jack; David logra sobrevivir, pero comienza a ver el fantasma de su amigo muerto y poco a poco éste le hace entender lo que ha sucedido y cuál es la solución. Lo interesante es que esta película nos habla de los licántropos, pero desde su propio punto de vista y, de esa manera, lo “desmonstruosifica”, lo vemos con sus miedos y con sus debilidades y sabemos, como él que el fantasma de Jack tiene razón.

Asimismo Red Riding Hood (La chica de la capa roja), dirigida por Catherine Hardwicke (2011), nos permite ver con ojos renovados la historia de Caperucita Roja, el leñador, el lobo, la abuela y Caperucita siguen siendo los personajes principales, pero esta vez no es tan fácil distinguir quién es el villano, es más, nos damos cuenta que hay varios lobos con piel de oveja, lobos o algo peor, pues, por primera vez, los licántropos forman parte de esta historia. el final de la historia se vuelve el principio de algo más y nuestra concepción del lobo va cambiando conforme va avanzando la historia y descubrimos los secretos de cada personaje. 

Y para ti ¿cuáles son las mejores historias de lobos?



Referencias

Blanco, Alicia, et al. (mayo-junio de 2007) El lobo mexicano (Canis lupus baileyi) en el contexto cultural prehispánico: las fuentes escritas. Revista AMMVEPE. 18 (3) pp. 68-76 en línea https://docplayer.es/51355688-El-lobo-mexicano-canis-lupus-baileyi-en-el-contexto-cultural-prehispanico-las-fuentes-escritas.html

Charro Gorgojo, M. A. (s. a.) La sombra del lobo. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. en línea: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-sombra-del-lobo/html/ 

Coronel, Rodrigo. (julio 13, 2020) El lobo en la literatura. Algarabía. en línea: https://algarabia.com/literatura/el-lobo/

De Laurentis, D. (productor) y Attias, D. (director). (1985). Silver bullet. [cinta cinematográfica]. Estados Unidos: Paramount Pictures.

Di Caprio, L.; et al. (productores) y Hardwicke, C. (director). (2011). Red Riding Hood. [cinta cinematográfica]. Estados Unidos: Appian Way Productions.

Folsey, G. (productor) y Landis, J. (director). (1981). An American Werewolf in London. [cinta cinematográfica]. Reino Unido-Estados Unidos: American Werewolf inc.

“Lobo mexicano, valentía y poder en el México prehispánico” en Fundación Carlos Slim en línea: https://fundacioncarlosslim.org/lobo-mexicano-valentia-poder-mexico-prehispanico/

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